Una vez conocidas las principales fuentes de financiación para nuestro proyecto, es preciso tomar la decisión de elegir entre ellas la que más se adecue a las necesidades. Para ello hay que tener en cuenta los siguientes factores:
1 – Cantidad máxima a financiar: No será la misma la elección si de lo que se trata es de financiar una maquinara de alto coste, que cuando se trate de subvenir a una necesidad puntual de tesorería de la empresa.
2 – Plazo de amortización: Tratándose de financiación ajena, se refiere a aquel periodo en el cual es posible la devolución de las cantidades exigibles.
3 – Existencia o no de un periodo de carencia en el pago de la deuda: plazo inicial de no exigibilidad de la deuda.
4 – Coste de la financiación: Es uno de los factores que más influyen. Resulta determinante a la hora de decidir si una inversión debe efectuarse o no, ya que si su coste previsto supera el rendimiento esperado, implicará, normalmente, y salvo que primen otras consideraciones no económicas, que aquélla no se lleve a cabo. En el coste suelen incluirse tanto el tipo de interés, que representa, estrictamente hablando, el precio a pagar por el financiamiento recibido, como las comisiones (de estudio, de apertura, etc.) y otros gastos colaterales (gastos de formalización, de cancelación de la operación, etc.).
5 – Periodo de tramitación. Desde la inmediatez, hasta un periodo de meses para la concesión del financiamiento, el plazo podrá ser en muchas ocasiones decisivo a la hora de optar por las diversas fuentes de financiamiento.
6 – Riesgo. Se refiere a la mayor o menor probabilidad de devolución de los fondos obtenidos en las fechas convenidas y a las consecuencias que la no devolución acarrearía (pérdida de los bienes o derechos ofrecidos en garantía, responsabilidad de los avalistas, etc.).
7 – Garantías exigidas. Pueden ser diversas: real, personal, mixta. Dentro de cada categoría, cabe hablar además de garantías más o menos complejas (prenda, hipoteca, aval, etc.).
8 – Variabilidad de la ganancia o de los flujos de renta obtenidos. Si la inversión a efectuar necesita de un plazo de «x» años para que comience a producir renta, será más adecuada una fuente de financiamiento que se ajuste a esta circunstancia, al contemplar, por ejemplo, un periodo de carencia acorde a los plazos previstos.
9 – Incidencia en la imagen de la empresa. Por ejemplo, su repercusión sobre una posible venta de la empresa, y por tanto en la capacidad de obtener beneficio.