Culturalmente y como emprendedores son muy distintos a los españoles. Su enseña común es que son trabajadores incansables, y con los objetivos muy claros.
Una característica común a todos ellos es que en sus comienzos están dispuestos a trabajar y vivir en condiciones muy precarias para poder sacar adelante sus negocios. Además, cooperan entre ellos, y crean lazos de confianza que les permiten superar las situaciones más difíciles.
Todos toman como premisa empezar su empresa cuanto antes y con una inversión inicial baja. No tienen miedo a enfrentarse a los problemas. Ahorran todo lo que les hace falta y en cuanto disponen del capital necesario comienzan en su negocio.
Por lo general, si un negocio no funciona lo cambian sin problema, adaptándose a los cambios a gran velocidad, y sin tener miedo a la competencia. Cuando encuentran un nicho de mercado rentable todos se lanzan a él, favoreciendo tanto a su propio negocio como a los de su alrededor.
Por otro lado se caracterizan por su ambición, por su formalidad en el pago de impuestos y por el apoyo entre ellos para evitar endeudarse con los bancos. Para los emprendedores chinos el mercado no tiene límites. Siempre están atentos por si surgen nuevas oportunidades de negocio.