Cómo financiar la puesta en marcha de un nuevo negocio

financiacion para empresas

Cuando una persona, grupo de personas o empresas deciden emprender un nuevo negocio o ampliar uno existente, se encuentran generalmente con infinidad de problemas a los que deben dar inmediata solución. No basta con tener una buena idea y demostrar su viabilidad, hay que ser “capaz de desarrollarla”. Y, “capaz de desarrollarla” en muchos casos significa tener recursos para hacerlo.

Por lo tanto, la financiación se convierte en un asunto fundamental para dar salida a esas nuevas ideas. Las personas que, en general, deciden acometer una inversión se enfrentan a numerosos problemas a la hora de buscar fuentes de financiación. Los principales motivos son: 

– La necesidad de planificar correctamente las necesidades.

– Desconocimiento de las posibilidades que existen actualmente en el mercado que limita la capacidad de buscar o elegir la solución que mejor se adapte a sus necesidades. 

– Riesgo inherente a cualquier inversión, que genera una incertidumbre frente a terceros. 

– En muchas situaciones, los escasos recursos disponibles inicialmente.

Este artículo trata de explicar en líneas generales, las opciones que tiene un empresario a la hora de financiar su proyecto empresarial.

Pero, tan importante resulta conocer las opciones disponibles en el mercado, como tener perfectamente definidas las necesidades financieras de la empresa. Para ello, el primer trabajo que se debe hacer es dimensionar correctamente el volumen de la inversión a afrontar, sin olvidarse de los recursos de circulante, necesarios también para absorber el incremento de actividad previsto. El Plan de Negocio debe detallar perfectamente dichas necesidades financieras para poner en marcha el proyecto.

Al mismo tiempo, es necesario destacar que no existe un modelo de financiación único; el tamaño de la empresa, el sector e incluso el país pueden hacer variar la estructura de financiación de cualquier empresa.

En una clasificación muy general, se puede hablar de dos grandes bloques de financiación: los recursos propios y los recursos ajenos. Los recursos propios o las aportaciones de los socios de la empresa son escasos y el coste de mantenerlos es elevado, aunque generalmente se piensa que no tiene coste, lo que es un gran error.

Por otro lado, están los recursos ajenos, que tienen un tiempo de permanencia limitado en la empresa y un coste de mantenerlos reflejado en el pago periódico de unos intereses. Los préstamos son los productos más comunes pero también hay que tener en cuenta otro tipo de instrumentos financieros como el leasing y el renting destinados a financiar activo fijo y el factoring, cuyo uso está cada vez más extendido y aporta financiación para el circulante.

Otra fuente de financiación se corresponde con las subvenciones, un tipo de ayuda económica presente en muchos ámbitos pero cuyo acceso puede resultar farragoso por los requisitos necesarios para obtenerlas. Su uso debe ser secundario y nunca se debe considerar una idea de negocio si su viabilidad depende en exclusiva de este tipo de ayudas.

Si los recursos propios no permiten definir una estructura de financiación saneada, habrá que plantearse introducir nuevos socios, bien industriales (o del sector), bien financieros. Estos últimos pueden ser de varios tipos, aunque conviene destacar las SCR (Sociedades de Capital Riesgo), todavía con muy poco desarrollo en España en comparación con el resto de la Unión Europea y sobre todo Estados Unidos.

Este tipo de sociedades están especializadas en invertir capital en empresas durante un periodo de tiempo limitado y, generalmente con una participación minoritaria. Actúan como un socio más en lo que se refieren a derechos y obligaciones ya que participan directamente en el Capital Social de la compañía y por lo tanto, podrán aportar, además de recursos económicos, experiencia y conocimiento en la gestión de la empresa.

Eso sí, previamente a la entrada pedirán que se pacte el modo de salir del capital en un plazo de tiempo determinado y, evidentemente, buscan maximizar su rentabilidad.

Por último y como conclusión del artículo, es importante destacar la necesidad de contar con una planificación de las necesidades de inversión, teniendo en cuenta los plazos, para evitar “sorpresas”, y sin olvidar la financiación del circulante. De tal forma que se consiga una estructura permanentemente equilibrada entre recursos propios y ajenos.

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